No es justo: Cómo ayudar a los niños en la aceptación

No es justo: Cómo ayudar a los niños en la aceptación

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La vida no es justa y tiene limitaciones, penas y situaciones dolorosas, que cuando afectan a los niños, a los adultos muchas veces nos producen sentimientos de rabia e impotencia. Esto es algo que no necesita de mayores explicaciones. Los procesos de elaboración y aceptación de situaciones percibidas como injustas son largos y difíciles, requieren del diálogo y de la compañía de personas cercanas que sepan empatizar con los sentimientos de los niños, sin caer en una actitud de desesperanza. El título de esta columna está tomado de un precioso libro del psicoterapeuta belga Éric Englebert, que narra la historia de una niña que está muy afectada por sus grandes orejas, y como dice la protagonista, Emilia, es un problema en el cual su mamá no la puede ayudar: “Ella me quiere mucho. Pero las mamás no pueden cambiar las orejas”. Pero poco a poco va descubriendo, a través de la amistad, por qué el valor de las personas está en su belleza más interna. Porque muchas veces los problemas no podemos eliminarlos, pero la compañía amorosa puede consolar y permite mirar la perspectiva de las cosas. No se trata de que los niños se resignen a las situaciones injustas y asuman una actitud pasiva, ya que cuando están en condiciones de realizar algunas acciones pueden llegar a revertir lo injusto de la situación. Esto es necesario porque la justicia es un concepto central del desarrollo moral, y por ende, de la convivencia social. Aprender a defender sus derechos sin agredir, pero sin dejarse avasallar por quienes pretenden violarlos, debe ser parte de la formación de la persona. Pero sí es necesario ayudarlos a superar situaciones frente a las cuales no tienen más alternativa que la aceptación, como lo son las enfermedades, los defectos físicos o la pérdida irreversible de algún familiar o de un amigo especialmente querido. Cuando estas situaciones golpean a los niños, no es conveniente negar el dolor o tratar de minimizarlo, porque ello produce mucha rabia. Sin minimizar ni negar las penas o dificultades de los niños, es posible estar a su lado para contenerlos y ayudarles a encontrar un significado a lo que les sucede, permitiéndoles expresar lo que sienten, valorizando los aspectos positivos que aparecen en este proceso. Es conveniente que los niños vayan teniendo una conciencia progresiva de cómo el sufrimiento es parte de la vida, y toca a todas las personas en algún momento.

Psicóloga Neva Milicic.
Fuente: “Revista Ya” El Mercurio

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