La integración de la agresividad: No negarla ni suprimirla

La integración de la agresividad: No negarla ni suprimirla

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Son excelentes los artículos de Giovanni Cucci S.J. “La agresividad: ¿mal que debemos evitar o ayuda para la vida?” y “Para un camino de integración de la agresividad” en la Revista Mensaje de enero-febrero del 2013, que plantean la necesidad de aprender a integrarla como un elemento central para la salud mental y productividad de las personas. La primera premisa tiene que ver con aceptar y permitirse reconocer lo que nos da rabia. Lo segundo es identificar el núcleo del enojo poniéndolo en palabras. Percibir lo que nos enrabia puede, según el articulista, ser fuente de esperanza, citando a Santo Tomás, ya que solo se puede superar un obstáculo cuando hay un interés en cambiar la situación. Cucci plantea que “para los antiguos, la agresividad y la rabia pertenecían a esa facultad de la psiquis llamada irascible, entendida como la capacidad de enfrentar los obstáculos: es la resolución que suministra fuerza y coraje para no sucumbir frente a las dificultades y que permite llevar a buen fin la empresa considerada. Sin la energía de la irascibilidad un atleta no podría vencer nunca en una competencia, un estudiante no podría presentarse a un examen aún conociendo la materia a la perfección, no se podría concluir un trabajo y resultaría imposible la duración y perseverancia en las relaciones”. La negación o supresión de la rabia puede ser especialmente peligrosa, ya que las emociones cuando no son atendidas pueden desembocar en reacciones explosivas que son más riesgosas que la expresión autoregulada frente a lo que nos provoca enojo. Una supresión indiscriminada de la rabia en los niños puede conducirlos a dejarlos sin defensa ante compañeros agresivos. Parte de la alfabetización emocional es enseñar a los niños que todas las emociones son legítimas y nos permiten registrar lo que sentimos. La modulación y la regulación emocional son esenciales para una buena convivencia y autoregularse tiene que ver con buscar cómo expresar las emociones sin dañarse a sí mismo y sin dañar a los otros. El mensaje para los niños no debiera ser “NO TE ENOJES”, sino que “aprende a expresar tu rabia en forma modulada y de manera que te sea productiva”

Psicóloga Neva Milicic
Fuente: Revista Ya, El Mercurio

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